¿Estoy educando bien a mi hijo?

¿Quién no duda acerca de cómo criar a los hijos? Estas preguntas nos ayudarán a saber si vamos por buen camino. Cuestionarse lo adecuado o inadecuado de nuestros métodos educativos no solo es normal, sino que resulta deseable.

Aquí te proponemos algunas situaciones conocidas y cómo debes actuar para beneficiarte ante actos de tus pequeños:

  1. Llevas a tu hijo de doce meses en brazos y lo haces jugar. De repente, y sin ningún motivo aparente, él te suelta un manotazo en la cara. ¿Qué haces?

Lo que uno normalmente podría ser mirarlo fijamente a los ojos y en un tono muy serio le dices: «No me ha gustado nada; pegar duele».

Pegar es algo que los bebés suelen hacer para probar lo que pasa, para ver qué reacción provoca su acción. Y si tu manera de reaccionar (llorar, soltarle un discurso, etc.) le resulta interesante, probablemente volverá a hacerlo. Por simple curiosidad.

  1. Tu hijo de ocho años lleva unos días diciendo palabras groseras a todo lo que le impresiona. A ti te saca de tus casillas y quieres que deje de decirlo. ¿Cuál es tu estrategia?

¿Te molestarías y le dirías que no lo diga? Lo único que se consigue enfadándose mucho cuando los niños sueltan una palabrota es que la repitan. Una respuesta así les incita a seguir. Lo mejor es aprovechar un momento más oportuno para hablar del tema.

  1. Tu niño de cinco años juega con los monstruos de plástico de su hermano de dos. Cuando el pequeño entra en el cuarto, grita: «Son míos. ¡Dámelos!». El mayor lo hace sin rechistar. ¿Cómo reaccionas?

Le dices al mayor: «¡Así me gusta! Le has devuelto sus muñecos sin protestar. ¡Bien hecho!». Si ellos han resuelto la situación tan bien, merecen nuestro elogio. No seamos nunca parcos en elogios cuando se los merecen.

  1. Tu hijo de 7 años eructa varias veces muy alto en todas las comidas y de manera muy provocativa. ¿De qué modo resuelves el asunto?

Haces como si no te dieses cuenta. Pero en otro momento más oportuno preguntas al niño con tranquilidad si tiene algún problema contigo; es evidente que lo que pretende con su actitud es molestar y provocar el enfado de sus padres.

Los buenos modales es algo de lo que los niños pasan, porque no quieren entender qué fin tienen ni que sirven para algo. ¡Con lo divertido que es eructar! ¿Por qué no pueden hacerlo? Por lo tanto, lo mejor es hacer comprender a los niños que tú, tú personalmente, te sientes sumamente incómoda y molesta cuando alguien eructa, se tira un pedo, etc.

  1. Estás jugando con tu bebé de seis meses, cuando te tira del pelo con tanta fuerza que se te saltan las lágrimas. Y no hay manera de que lo suelte. ¿Qué haces?

Aguantas y, con cuidado pero con firmeza, le abres la mano. Mientras lo haces le explicas al bebé que no te gusta que te tiren del pelo.

Lo importante en situaciones de este tipo es no reaccionar de forma llamativa o atractiva para el niño. Cualquier manifestación de alegría, dolor, enfado o decepción llamará la atención del bebé y solamente por eso tenderá a repetir su acción. Si insiste es porque quiere comprobar que cada vez provoca la misma reacción en nosotros.

  1. Tu hijo de año y medio últimamente tiene la mala costumbre de morder; y en especial a dos de los niños con los que suele juntarse. Esos dos le han cogido miedo y, en cuanto le ven, se esconden. Las madres de los niños ya te han comentado varias veces el problema, y ahora te piden que hagas algo. ¿Cuál es tu reacción?

Cada vez que tu hijo se vuelve agresivo, le impones un «tiempo muerto», esto es, le sientas dos o tres minutos junto a ti. Si después de dos tiempos muertos el niño vuelve a las andadas, coges las cosas y te lo llevas a casa. Sigues con esta práctica también durante los días o incluso las semanas siguientes hasta que consigas tu propósito.

¿Por qué a los niños les encanta morder? No es por el hecho de conseguir hacer rabiar o llorar a otro, sino más bien el revuelo general que provoca. Todos vienen corriendo; de repente, todo el mundo se ocupa del malhechor. Le hablan, le regañan, es el centro de atención. En resumen: ¡La ha organizado buena! Y esto es lo que les encanta a los niños, que haya jaleo, como sea. Por lo tanto, no hay que demostrar interés. Tratemos el asunto con cara de aburrimiento y apliquemos la sanción más eficaz: el tiempo muerto.

La importancia de educar a niños felices

Uno de los deseos principales de todos los padres es conseguir la felicidad de sus hijos, algo que es vital a lo largo de la infancia, una de las etapas más alegres de la vida. La educación ayuda a tener niños felices.

Niños felices por edades

Hasta que los niños cumplen los 2 años, sus experiencias, como aprender a hablar o a andar, están llenas de afecto y, a través de su memoria, pasan a formar parte de su personalidad.

A partir de los 2 años, los niños disfrutan siendo observados con cariño, ganando fuerza en su educación los elogios y las muestras de aprobación de las personas que aprecian.

Con 7 u 8 años, aparecen el orgullo y la vergüenza, y hacia los 10 años empiezan a darse cuenta que deben controlar sus sentimientos.

Como padres, debemos tener en cuenta que la felicidad es algo subjetivo, y los factores que influyen en la felicidad incluyen todo lo que nos rodea, nuestras necesidades y también la genética heredada.

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