La varicela infantil

El virus responsable de la infección es el varicella zoster, que se difunde en el aire a través de la tos y los estornudos. La varicela es una de las enfermedades exantemáticas, que provocan la aparición de un exantema, es decir, una erupción sobre la piel. Esta infección afecta casi exclusivamente a los niños de entre cinco y diez años: la gran mayoría de los adultos ya ha contraído la enfermedad durante la infancia, adquiriendo así la inmunidad, al menos parcial, frente al virus. En el niño sano, la varicela nunca es grave. En cambio, lo es en los raros casos en los que afecta a niños muy pequeños o con un sistema inmunitario muy débil.

Síntomas de la varicela

– Los primeros síntomas suelen aparecer 14-16 días después de producirse el contagio, pero también puede haber casos en los que la enfermedad aparece antes, a unos diez días del contagio, o después, a los 21 días. Durante estos días en que el niño está incubando la enfermedad, no acusa ningún malestar.

– A veces, la fiebre puede llegar a los 40ºC y prolongarse durante días.

– La varicela se diferencia de las demás enfermedades exantemáticas en que, en la piel del niño, pueden estar presentes máculas y pápulas al mismo tiempo: las máculas son manchas planas, mientras que las pápulas tienen relieve.

Del primer al quinto día, las máculas son de color rojo y pican mucho. Suelen aparecer primero en el cuero cabelludo, la cara y el tronco, y después se extienden al abdomen, la espalda, los brazos, la barriga y los genitales. En pocas horas, se transforman en pápulas (adquieren relieve) y, después, en ampollas rellenas de líquido transparente. Las máculas no aparecen al mismo tiempo, sino en brotes sucesivos que se producen en el transcurso de 2-8 días. Dado que, para transformarse en costra, la mácula requiere de tres a cuatro días, es típico de la varicela tener al mismo tiempo manchitas rojas, ampollas y costras sobre la piel.

Del sexto al noveno día, las ampollas se rompen y dejan unos pequeños cráteres con costras de color amarillento o rojizo, que se caen unos días después, dejando una marca que tiende a desaparecer al cabo de 6-12 meses.

A partir del décimo día, el niño ya vuelve a la normalidad, pero las costras pueden permanecer hasta dos semanas desde el momento de su aparición.

Contagio de la varicela

– La posibilidad de contagio se prolonga desde dos días antes de la aparición del exantema hasta la formación de las costras. El niño no puede regresar al colegio hasta transcurridos siete días desde la aparición del exantema sobre la piel.

Complicaciones de la varicela

– Si el niño se rasca con las uñas sucias, se puede producir una sobreinfección bacteriana por estafilococo o por estreptococo, que podría requerir tratamiento antibiótico. Las ampollas aumentan de tamaño, se vuelven purulentas, están rodeadas de un halo rojo y pueden dejar cicatrices permanentes.

– En raras ocasiones, también puede dar lugar a otras complicaciones, como neumonía, miocarditis (inflamación del músculo del corazón), miositis (inflamación de los músculos), una encefalitis o una inflamación de la médula.

Prevención de la varicela

– La mejor forma de prevenir la varicela, es a través de la vacuna.

Tratamiento de la varicela

– Normalmente, el reposo relativo es suficiente para garantizar la curación completa. En los niños, requiere unos diez días y, en los adultos, un tiempo superior. De todos modos, no es conveniente mantener al niño aislado, para evitar que la enfermedad se difunda. No existen fármacos específicos, pero se pueden tomar algunas medidas:

– Las uñas del niño deben cortarse bien cortas.

– Es importante cambiarle de ropa interior con frecuencia.

– Se puede limpiar la piel del niño con un paño suave, aplicándole después agua en la que se haya disuelto un poco de bicarbonato. En los casos, más graves, pero sólo bajo prescripción del pediatra, se puede administrar un fármaco antihistamínico por vía oral.

– Si el niño tiene dolor al hacer pipí debido a las ampollas localizadas en la uretra, después de consultar al pediatra, se le puede aplicar una pomada anestésica localmente.

– Si las ampollas afectan a la boca, se puede aplicar al pequeño un anestésico loca aconsejado por el pediatra. También se le pueden ofrecer líquidos fríos y alimentos suaves.

– Si la fiebre supera los 38,5ºC, se le puede administrar un antitérmico. Deben evitarse los fármacos a base de ácido acetilsalicílico por la relación que existe entre este medicamento y el grave síndrome de Reye.

Cuándo dirigirse al pediatra

Llamadle inmediatamente si:

– En el cuerpo del niño, se forma una única mancha roja y tensa que provoca dolor.

– El niño se siente confuso, somnoliento y tiene dificultades para despertarse.

– Tiene el cuello rígido.

– Respira o camina con dificultad.

– Vomita repetidamente.

– Hay sangre en las ampollas.

Llamadle durante las horas de consulta si:

– El niño tiene un picor muy intenso.

– La piel que rodea las ampollas se enrojece o se hincha, o bien se ha formado pues en su interior.

– Aparecen lesiones en los ojos y en la boca.

– La erupción está muy extendida.

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